
Raymond Dufayel: Verá…mi pequeña Amelie, usted no tiene los huesos de cristal.
Podrá soportar los golpes de la vida. Si usted deja pasar ésta oportunidad, con el tiempo...su corazón se irá volviendo seco y frágil, como mi esqueleto.
¿Qué espera? Ande, vaya por él.
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